viernes, 8 de junio de 2012

¿Pensamiento Ascendente o Descendente? O Cómo Cambiar tu Punto de Acción y Atracción en un Instante

Cada nuevo pensamiento hace una de dos cosas:

Suma o resta.

Amplifica o reduce.

Fortalece o debilita.

Cada frase que te dices, cada pregunta que te haces, o es fuente o es desagüe de energía.

Para lograr lo que quieres, para mejorar tu vida, para superar tus retos, para alcanzar tus metas… de la mejor manera, de la forma más fácil y fluida, necesitas:

1) Aumentar lo que te fortalece y te acerca a lo quieres.

2) Reducir lo que te debilita y te aleja de lo que quieres.

Fíjate que dije “de la mejor manera, de la forma más fácil y fluída”. Puedes lograr cosas con estrés, ansiedad, sufrimiento y resistencia. Pero si quieres no sólo el resultado que buscas sino también la experiencia que prefieres, hace falta lo que te digo.

Recuerdo la película Firefox, con Clint Eastwood (por allá en 1982). La trama se centra en el robo de un avión militar súper sofisticado. Tanto, que el piloto llegaba a controlarlo con su mente.

Conectado a la computadora de vuelo a través de electrodos en el casco, el piloto lograba hacer que el avión respondiera con tan sólo pensar.

Había un detalle: el avión tenía tecnología rusa y sólo “entendía” pensamientos en ruso. Si mal no recuerdo, a Clint Eastwood casi le cuesta la vida este “pequeño detalle” (en un momento trataba de hacer que el pájaro metálico le respondiera a punta de inglés), pero ese es otro cuento.

Voy a la analogía que quiero hacer con la película: imagina que tú eres tanto el avión como el piloto.

El avión es tu cuerpo; es tu capacidad de acción, de moverte de un punto a otro, de llegar a tu meta.

El piloto es tu consciencia y tu mentalidad.

Si bien en Firefox los pensamientos de Eastwood podían hacer que el avión disparara cohetes e hiciera piruetas, simplifiquemos el asunto: en tu caso, tu avión responde de una de dos formas…

Dependiendo de lo que pienses, tu “avión” sube o baja. Asciende o desciende. Vuela por encima de las montañas… o se estrella contra ellas.

Tu misión no sólo es mantener el avión en vuelo, sino lograr que vuele lo suficientemente alto como para alcanzar en el menor tiempo posible, con la menor resistencia, y de la mejor manera, tu destino deseado.

Para eso, necesitas ser capaz de:

1) Pensar pensamientos positivos, constructivos y “elevados” de manera continua, tanto como te sea posible.

2) Desarrollar la capacidad para cambiar tus pensamientos cuando detectes que estás perdiendo altitud.

De esas dos, quizá la más importante es la segunda. En la medida en que fortaleces tu capacidad para darte cuenta y cambiar…

lo que no te funciona por lo que te funciona,

lo que no te ayuda por lo que sí,

lo que te frena por lo que te impulsa,

lo que te apaga por lo que te enciende,

lo que hace descender tu energía por lo que la eleva…

automáticamente fortaleces tu capacidad para estar más conectado, de manera más contínua, con los pensamientos que te potencian.

¿Cómo entonces detectar cuándo estás pensando algo que no te ayuda?

Sencillo: percibe si tu energía se eleva, se mantiene o desciende.

Es como si vieras el altímetro de tu avión para saber si tus pensamientos lo están llevando a un vuelo más alto o a uno más bajo.

En nuestro caso, el altímetro no es un indicador que podemos ver en una cabina. Nuestro altímetro es emocional. Es algo que se siente.

En esencia, es esto:

Lo que estás pensando, ¿se siente bien? ¿o se siente mal?

Otra forma de preguntártelo: ¿está llevando tu energía hacia arriba o te la está llevando hacia abajo?

Voy con otra manera de percibirlo, quizá más sutil: ¿sientes que lo que estás pensando te expande o que te contrae?

La idea es que detectes en que tipo de “juego de pensamiento” estás jugando en un momento dado: el descendente o el ascendente.

Tienes el juego de pensamiento descendente. Este es cuando piensas de manera negativa, catastrófica, anticipándote a lo peor. Es también cuando lo que piensas es invalidador, destructivo y limitante.

También está el juego de pensamiento ascendente. Es cuando piensas de forma positiva, optimista, anticipándote a lo mejor. Es también cuando tu enfoque es apreciativo, constructivo, y te conecta con las posibilidades.

Los llamo “juegos de pensamiento” para recordarte que, en esencia, eso son: un juego. Uno que puedes cambiar, uno que puedes elegir jugar de manera diferente.

No porque estés pensando algo que no te hace sentir bien, tienes por qué quedarte atrapado en ese juego. Puedes salir de ahí. Puedes elegir cambiar de juego.

Recuerda esto: tú eres el pensador, no el pensamiento. Tú eres el jugador, no el juego. Puedes elegir un pensamiento y un juego diferente, si en el que te encuentras no te funciona o no te hace sentir bien.

El punto es este:

Cada pensamiento te lleva a ascender o descender en consciencia y energía.

La “altitud” en la que te encuentras determina lo que eres no sólo capaz de hacer, sino también de atraer a tu vida.

Por lo tanto, para aumentar tu capacidad de acción y atracción, está atento: reconoce cuando tu “avión” está de picada y toma el control.

Pregúntate:

¿Estoy jugando el juego ascendente o descendente?

Si te encuentras en el segundo, en vez de quedarte pensando en lo que evidentemente te está desacelerando, busca conectarte intencionalmente con lo que te haga surgir nuevamente.

Tú no eres tu último pensamiento. Tú eres quien puede elegir el próximo.

Busca entonces cuál puede ser el siguiente pensamiento que te permita, al menos, dejar de descender.

Desde ahí, podrás conectarte, un pensamiento a la vez, con aquello que te impulse para remontar tu vuelo en ascenso.

Un artículo de Leo Alcalá

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