jueves, 30 de agosto de 2012

La Botella de Agua

Un amigo mío trabajaba en una farmacia mientras estudiaba en la Universidad de Texas.

Su trabajo consistía en hacer entregas en algunos hogares de ancianos en la zona de Austin. Una tarea adicional era un breve viaje a una puerta vecina.

 

Cada cuatro días se echaba al hombro una gran botella de agua y la llevaba más o menos cincuenta pasos a un edificio detrás de la farmacia.

La cliente era una anciana de unos setenta años que vivía sola en una habitación oscura, con escasos muebles y falta de aseo. Del cielo raso colgaba una bombilla. El empapelado estaba manchado y roto. Las cortinas cerradas, y la habitación se veía lúgubre.

Steve dejaba el agua, recibía el pago, daba gracias a la señora y salía. Con el transcurso del tiempo comenzó a sentirse extrañado por esa compra. Supo que la mujer no tenía otra fuente de agua. Dependía de su entrega para lavar, bañarse y beber durante cuatro días. Extraña elección.

El agua municipal era más barata. La ciudad le hubiera facturado de doce a quince dólares mensuales; sin embargo, su pedido en la farmacia alcanzaba cincuenta dólares al mes. ¿Por qué no eligió el aprovisionamiento más barato?

La respuesta estaba en el sistema de entrega. Sí, el agua municipal costaba menos. Pero la ciudad enviaba solamente el agua; no enviaba una persona. Ella prefería pagar más y ver un ser humano que pagar menos y no ver a nadie.

¿Cómo puede alguien estar tan solo?

Vía Renuevo de Plenitud

martes, 28 de agosto de 2012

No se puede

No se puede dar lo que no se posee.
Para dar amor has de poseer amor.
No se puede enseñar lo que no se comprende.
Para enseñar amor hay que comprender el amor.
No se puede conocer lo que no se ha estudiado.
Para estudiar el amor has de vivir en el amor.
No se puede apreciar lo que no se reconoce.
Para reconocer el amor has de ser receptivo.
No se puede dudar sobre aquello en que se desea confiar.
Para confiar en el amor se debe estar convencido del amor.
No se puede admitir aquello a lo que uno no es capaz de rendirse.
Para rendirte al amor has de ser vulnerable al amor.
No se puede vivir aquello a lo que uno no se dedica.
Para dedicarte al amor has de estar siempre creciendo en el amor.
Para amar a los demás hay que amarse a sí mismo.
Solamente se puede dar a los otros lo que se posee.
No se puede dar lo que no se ha aprendido y experimentado.
Como el amor no es un objeto, al darlo no se pierde.
Se puede dar amor a muchas personas y, no obstante, seguir todavía conservando el mismo amor que se poseía al principio.
Vivir en el amor es el mayor reto de la vida.
Requiere más sutileza, flexibilidad, sensibilidad, comprensión, aceptación, tolerancia, conocimiento y fortaleza que cualquier otra empresa o emoción humanas.
Cuando el hombre tiene amor ya no está a merced de fuerzas superiores a él;pues él se convierte en una fuerza poderosa.

Reflexiones diarias